
Cada día los contenidos son más y más importante en la era de la comunicación, y así como en el pasado solo publicaban los medios de comunicación y los periodistas que en ellos trabajaban, tras la democratización de la comunicación que iniciaron los blogs, ha llegado a las masas, y ha traído consigo que todo aquel que quiera y sin conocimientos técnicos ni editoriales se pueda convertir en un mini-medio con capacidad de publicar y llegar al Mundo entero, incluso en ocasiones no tan «mini», como ocurre hoy en día con los blogs más influyentes a nivel global, que en ocasiones tienen tanta audiencia o incluso más, que periódicos y medios tradicionales de toda la vida.
Aumentar el número de editores, ha hecho que aumente el número de contenidos y que pasemos por la fiebre de la infoxicación, llegando a veces a sentir saturación y necesitando de soluciones que permitan combatir este mal cada vez más común y nos ayuden a poder distinguir el grano de la paja. Ahí es donde surge la figura del Content Curator, la persona que elegimos como fuente de información, no tanto porque la genere él mismo, sino porque es capaz de nutrirse de las fuentes más adecuadas y resumirlas (a veces incluso de otros idiomas), o destacar las que son más interesante realizando para nosotros un filtro previo de determinadas recomendaciones destacables sobre todo el mar de contenidos, que nos ahorra mucho trabajo y esfuerzos, y nos permite absorber el extracto de información más relevante, en el menor tiempo posible.
Ahora, con el nuevo cambio de Flipboard, uno de los lectores de contenidos vía feeds destacables en formato magazine (en modo visual), con el lanzamiento de su nueva versión continúa la tendencia de convertir a los propios lectores en editores, pudiendo así ser un poco más los content curators de su entorno, ya que cada selección de sus contenidos podrá ser publicado nuevamente como su propia revista.
Esto que en principio puede no parecer gran cosa, no es más que otro granito de arena que confirma la dirección en la que seguimos caminando, en la que las líneas entre creador y consumidor se diluyen y confunden, gracias a que la tecnología lo permite y a los usuarios les es útil y aporta valor. A la vez que las marcas se camuflan, como participes de igual a igual, como el manifiesto cluetrain vaticinaba en las conversaciones que son los mercados.
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