
Cuando intentamos crear una marca, comunicar, o vender nuestro producto, una cosa es lo que queremos decir, otra lo que decimos, y otra muy distinta, lo que se percibe de lo que hemos dicho. Y si solo nos quedamos con los dos primeros, estaremos ciegos de lo que es la realidad.
Aunque parezca un trabalenguas lo que acabo de escribir, no es más que una pequeña disertación pertinente en cuanto al mensaje en marketing, que ahora en los tiempos actuales, y por lo que estoy viendo últimamente, cobra un especial sentido.
Al planear una estrategia o acción de marketing tenemos en mente un objetivo a perseguir, que es el que nos guía a desarrollar todo a su alrededor, incluido el mensaje, tono, alcance, estilo, etc, pero el resultado no siempre es como esperábamos.
Aún así, aunque nos convenza parcialmente el resultado, no deberíamos quedarnos ahí, sino que deberíamos ir al otro lado, y ver lo mismo desde el ojo ajeno. Pero no desde cualquiera, sino desde el punto de vista de nuestro potencial cliente o consumidor, puesto que esta va a ser el mensaje que prevalezca y se quede al final.
Da igual la intención con que esté creado, lo que haya costado, los recursos invertidos, o lo que se asemeje lo que intentásemos que fuera inicialmente según nuestro punto de vista, lo único válido, es lo que el que el destinatario perciba del conjunto.
Porque si como ocurre a veces en el arte, que tiene que ser explicado por su autor, para que entendiendo el contexto de: tiempo, lugar, antecedentes, etc para el marketing, es decir para vender, no será válido, porque habrá otros que sí se entenderán y sí lograrán su fin.
Una de las formas más baratas de hacerlo, es trabajar nuestra capacidad de empatizar, e intentar ponerlos en la piel de la otra persona que leerá, verá, escuchará y juzgará el mensaje creando una opinión sobre él, y en consecuencia sobre nuestra marca.
Por suerte, en la actualidad el conseguir ese feedback ajeno y real, es mucho más sencillo que antes, puesto que contamos con los social media, gracias a los cuales estás a un clic de distancia de esa opinión ajena en forma de comentario, de un tweet, de un Me gusta. Tan solo hemos de ser consciente de ello y lo suficientemente humildes para saber escuchar lo que las personas a quienes va dirigido nuestro mensaje quieren decirnos. De ese modo, podremos conocer el mejor camino para afilar lo que comunicamos e incrementar la efectividad del mensaje y de su resultado y beneficios para nuestra marca.
Pero no vale que tomemos en cuenta todos y cada uno de los mensajes, más bien habiéndolos escuchado, debemos quedarnos con la esencia, y entender que es lo que se distancia de la idea original. Porque interpretar opiniones no es fácil, pero si se hace desde el enfoque adecuado, por mi experiencia puede ser realmente enriquecedor, puesto que recibiremos ideas que no teníamos, puntos de vista que no considerábamos, e incluso aunque no tan común, alguna palmadita en la espalada, que también viene bien a veces como refuerzo positivo.
¿Cómo haces para controlar la percepción del mensaje? ¿Qué crees que es lo mejor para trabajar la capacidad de empatizar con tu cliente?
Muy buen aporte. Saber hacer marketing puede ser de mucha utilidad teniendo en cuenta la gran cantidad de trabajo que poseen los profesionales en esta área a partir de la gran competencia que existe en el ámbito empresarial y comercial.
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